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¿Un plan a 20 años o las pastillas para no soñar?


La recaudación fiscal está batiendo récords y supera los 100 mil millones de pesos mensuales. A pesar del logro muchos criticamos las cifras ya que hay bolsones de evasión fiscal ajenos al accionar de los entes recaudadores, la presión impositiva es muy alta, hay salarios relativamente bajos que pagan Impuesto a las Ganancias, el sistema de anticipos y retenciones complica financieramente al contribuyente, la inflación es un cómplice que potencia los ingresos fiscales y muchos puntos más que cada uno de nosotros puede ver como perfectible. Sin embargo, es una buena noticia aunque haya muchos peros en el medio. La otra cara de la moneda de los ingresos fiscales es el gasto público que según datos de IERAL se encuentra en el orden del 50% del PBI en 2013 cuando se consolidan los gastos nacional, provincial y municipal. Este porcentaje está en línea con la media (49,1%) de la Unión Europea (28 países) y la zona del euro (49,8%)pero por encima de Estados Unidos que ronda el 40%. El porcentaje,en sí mismo, no nos dice nada sobre la eficiencia, prioridad o necesidad del gasto. Los países pasan por diferentes etapas en los que es necesario priorizar el gasto en infraestructura, inversión social, etc. Sin embargo, el economista Jean-LucGreau, gran crítico de los neoliberales, estima que el gasto público deja de ser productivo cuando supera un tercio del producto bruto. Casualmente la Francia de Greau -con un gasto público disparado al 57% del PBI- anunció recientemente una reestructuración regional pasando de 22 a 13 entidades con un promedio de 5 millones de habitantes en una relación parecida a la de Alemania. Otros países como Polonia, Dinamarca y Suecia han realizado cambios en la misma dirección no sólo de reducir el gasto sino con el objetivo de potenciar económicamente sus regiones. ¿Será éste un camino válido para ser explorado? ¿Se puede implementar en Argentina? ¿Es lo que queremos? Vale pues enfrentar el desafío de pensar que en la Argentina queremos no sólo desde el punto de vista regional o fiscal sino como meta aspiracional. Qué queremos ser dentro de 20 años y que metas nos podemos plantear. Pensar en triplicar el PBI per cápita no es algo descabellado para el potencial de este país; desarrollar ciudades inteligentes; aspirar a estar dentro del primer cuartil del ranking de estudiantes PISA. ¿Por qué no soñar con un sistema de salud entre los diez primeros del mundo? ¿Por qué no erradicar la pobreza y la indigencia? Para ello necesitamos no sólo buenos ingresos fiscales sino también mayor eficiencia pública y privada así como endeudamiento de largo plazo. Pero por sobre todo necesitamos un plan. Una guía compartida por los principales actores políticos, sociales, gremiales y empresariales que nos lleve en esa dirección que todos queremos. Nuestro país fue adicto al endeudamiento externo y corremos el riesgo de caer en la misma tentación bajo pretexto que hoy tenemos un nivel de deuda pública externa baja. El endeudamiento externo debe usarse criteriosamente para posibilitar la financiación a largo plazo de inversiones en obras de infraestructura y de inversión social (educación, salud y viviendas) que sean el puntapié inicial para reiniciar un círculo virtuoso de crecimiento.  El tamaño de la economía actual y su proyección futura requiere grandes inversiones en puertos, rutas, ferrocarriles, energía, viviendas, agua potable, transporte público, etc. A la hora de pensar en el futuro es clave plantear un uso intensivo de la tecnología.Hay que simplificar y agilizar el accionar de los organismos públicos. Para qué perder valiosas horas de los contribuyentes en trámites presenciales cuando se pueden realizar por internet. Hay que adaptar la educación a la era digital con iniciativas tales como el Plan Conectar Igualdad así como también la salud pública para el monitoreo online y cuidado médico móvil. Podemos transformar a Buenos Aires en una ciudad sustentable con eficiencia energética, con tránsito soterrado, integrando los sistemas de comunicación con los sistemas de transporte público y apostando al uso compartido de bienes y servicios. Hay que desarrollar planes sociales que subsidien de una manera efectiva y eficiente a las franjas más vulnerables de la sociedad. En general, no se tratará de gastar más sino de una manera diferente,para hacer más con menos. Hoy estamos estancados en la discusión sobre los holdouts y la falta de acceso al crédito internacional. Tarde o temprano el acceso al crédito externo se va a solucionar. Es un tema complejo pero no eterno. Sin embargo, la coyuntura nos atrapa, nos paraliza y no nos permite pensar en el largo plazo. ¿Es tan difícil acordar entre los principales actores de la sociedad argentina un plan de crecimiento a 20 años; una guía para el futuro?¿O será, como dice Joaquín Sabina, que tomamos pastillas para no soñar?

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