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En China más mujeres trabajan en el campo


China ha colocado sus tierras rurales bajo un régimen de propiedad colectiva, dando a los agricultores el derecho de administrar y a usar los lotes de sus fincas bajo un régimen de usufructo. Los productores disponen del derecho a explotar pequeñas parcelas de tierra inferiores a una hectárea pero no pueden venderla ni hipotecarla.


Si bien existen establecimientos agropecuarios de grandes extensiones en manos del Estado chino, la mayoría de las 120 millones de hectáreas de tierras arables está en manos de pequeños productores. El gobierno conserva el poder de recuperar tierras rurales con frecuencia para proyectos de desarrollo urbano o industrial.


La agencia oficial Xinhua informó a fines de 2014 que el gobierno va a acelerar una serie de reformas piloto para conceder a los agricultores más derechos sobre la propiedad de la tierra.


Por otra parte, el proceso de urbanización iniciado con las reformas económicas de Deng Xiaoping generó una migración interna de características bíblicas en el gigante asiático. La población rural se redujo de 860 millones a mediados de los 90 a 619 millones de personas en el 2015. Los jóvenes abandonaron el campo y se fueron a trabajar a la ciudad.


Por motivos culturales y por la prioridad dada al desarrollo urbano, la agricultura tiene menor status social que otras actividades económicas. Esto se ve acentuado por la discriminación creada por el sistema hukou (registro de residencia) que lleva a tener a la agricultura en baja consideración frente a la posibilidad de tener un registro domiciliario urbano.


La fuerza laboral del campo está envejeciendo y no hay una camada de jóvenes que estén dispuestos a tomar su lugar. De hecho solo un 8,8% de los jóvenes trabajadores migrantes mostró disposición a volver a su hogar un trabajar en la agricultura según el National Bureau of Statistics.


El proceso de migración de trabajadores rurales hacia las industrias localizadas en las ciudades llevó no solo al envejecimiento de la población rural sino también a una creciente feminización de la producción agrícola.


Los desafíos para aumentar la productividad agropecuaria combinan la necesidad de mejorar los derechos de los productores sobre la tierra así como la modernización y profesionalización de su explotación en unidades productivas de mayor tamaño.

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