Cómo impactará la sequía en el saldo exportable del país y qué podría hacer el Gobierno para ayudar
El campo y la agroindustria son la columna vertebral de las exportaciones argentinas, generando un 60% de las mismas. A pesar de tal contribución, el rojo de la balanza comercial alcanzó una cifra histórica de US$8500 millones en 2017, por la recuperación de las importaciones de máquinas y equipos destinadas a inversión, pero también por los déficits energético y automotriz.En enero pasado hubo un déficit comercial cercano a US$1000 millones, llevando a varios economistas a pronosticar un nuevo rojo histórico de US$10.000 millones para 2018. Por su parte, el Gobierno esp
era que la recuperación de la economía brasileña impulse las exportaciones industriales hacia el gigante del Mercosur para mitigar la avalancha de importaciones.En contrapartida, la sequía que azota al área agrícola amenaza con reducir el saldo exportable en unos US$4400 millones. Un golpe muy duro en momentos que el país sufre un elevado déficit en su cuenta capital.
La potencial solución a este problema está también en las manos del campo, que tiene en su poder granos de la cosecha vieja por unos US$4700 millones.
La rebaja gradual en las retenciones a la soja generó un incentivo a la retención, pero las necesidades de caja de una pobre cosecha obligarán a muchos productores a vender su stock de granos para hacer frente a los malos resultados económicos y financieros de este año.
Sin embargo, esta situación no es lineal en todo el país y varía según el impacto del estrés hídrico en las diferentes geografías productivas. No todos los productores tienen un sobrante de stock del año pasado y no todos se van a desprender de sus ahorros atesorados en silobolsas.
El Gobierno enfrenta una dramática escasez de dólares genuinos y debería explorar incentivos para acelerar la venta del stock de granos y minimizar la dependencia de los dólares prestados del exterior.
La aceleración de la reducción en las retenciones a la soja o la anticipación de cinco puntos porcentuales serían un buen puntapié inicial para transformar la soja de los silobolsas en dólares. Esto no solo permitiría volcar más dólares al circuito cambiario, mejorar la rentabilidad del productor en un año muy complicado, sino también activar el funcionamiento general de la economía en el interior del país.