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Pese a la crisis, la Argentina tiene una oportunidad


Recientemente se desarrolló en Harvard el seminario más importante de agronegocios con 200 líderes de más de 30 países, representando a empresas, agencias estatales, banqueros, investigadores, inversores y consultores de todos los continentes, reunidos para analizar el estado actual de la cadena agroindustrial.

La opinión prevaleciente fue que la economía global está decididamente débil, mientras que la estadounidense está peor de lo que se pensaba. La cara más inhumana de la crisis aún no llegó, y tal vez recién en 2010 veamos los primeros signos de recuperación.

Los agricultores de los Estados Unidos y de Europa, que aprovecharon al máximo los altos precios y sus subsidios, enfrentan cautelosos la crisis y la caída de precios. Están financieramente bien pero la crisis bancaria está cerca de impactar en aquellos que no tengan un buen historial de crédito y necesiten financiación.

Al igual que sus pares argentinos dilatan decisiones de compra de los insumos agrícolas (fertilizantes, fitosanitarios y semillas) a la espera de un reacomodamiento de los precios.

Por el lado de la demanda de granos, se pueden observar varios factores negativos: el consumo interno caerá aún más ya que en tiempos de crisis todos nos volvemos más frugales; la industria cárnica está pasando por un mal momento, las barreras sanitarias están impidiendo entrar en determinados países y la crisis está afectando las exportaciones, teniendo una rentabilidad baja o negativa; la abrupta reducción del precio del petróleo puso en jaque a la industria del etanol que sobre expandió su capacidad instalada más allá de la demanda establecida por la legislación americana: cada vez más plantas están cerrando sus operaciones.

Una tendencia alentadora es ver cómo la influencia del consumidor se hace notar en las decisiones de largo plazo de empresas como Nestlé, Kraft, Carrefour, Wal-Mart, McDonald´s, y otras que participan de la cadena global de alimentos. Cada año suman iniciativas para maximizar la seguridad de sus productos, reducir el impacto de sus operaciones en el medio ambiente y cumplir con las buenas prácticas agrícolas, hoy representadas por Globalgap. Aquellas compañías que no sigan estas demandas se quedarán fuera del mercado.

EN AFRICA

Si durante los últimos quince años Asia ha sido la región de mayor expansión económica, para la próxima década los ojos están puestos en África. Los proyectos para este continente se centran en introducir un cambio radical en la tecnología, infraestructura y mercadeo utilizados en la producción, distribución y venta de alimentos. Se busca obtener una mejora sustancial en las condiciones de vida de los africanos, dentro de los parámetros de una agricultura sustentable.

El antecedente es la revolución verde de Asia de los años ´60. El mejoramiento genético de semillas y el uso de fertilizantes y agroquímicos ayudó a reducir la tasa de desnutrición del 41% en 1960 al 16% en el año 2000.

En el caso africano, el desafío es aún mayor, los rendimientos por hectárea no han variado desde la década del ´60. El uso de fertilizantes y agroquímicos está entre los más bajos del mundo. A pesar de que 70% de la población depende de la actividad económica relacionada con la agricultura, los gobiernos invierten en promedio sólo un 4% del presupuesto.

Otra tendencia que comenzó en la India, pero que ya se extiende rápidamente a escala global, es que sectores muy activos e importantes de la economía han abdicado de la democracia. No les importa qué suceda en el mundo de la política y no tienen interés en influir en el rumbo del país. Los ciudadanos no participan dentro de los partidos políticos, se limitan a votar y en muchos casos ni siquiera lo hacen. Así, dejan las decisiones que hacen al futuro de cualquier país en manos de otros grupos que tienen intereses distintos, y hasta contrapuestos.

La conclusión luego de días de interacción con líderes de todo el mundo es que el sector de los agronegocios evoluciona rápidamente en todo el planeta. En medio de esta crisis fenomenal la Argentina tiene una gran oportunidad para convertirse en una de las principales potencias agroindustriales. Depende exclusivamente de nosotros no desaprovecharla.

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