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Qué hay detrás de la disputa en Europa por la renovación del glifosato

La licencia para la utilización del glifosato en la Unión Europea pende de un hilo. Luego de la renovación temporaria otorgada en junio de 2016, la resolución final se viene dilatando y acercándose a la fecha límite del 15 de diciembre.

La decisión sobre el futuro europeo del herbicida más vendido del mundo se encuentra atrapada en la compleja madeja política que enfrenta a los productores que dependen de este insumo para el cuidado de sus cultivos y los consumidores que temen sobre los efectos en la salud de este producto químico.


Organizaciones ecologistas y de consumidores han apoyado un petitorio firmado por más de un millón de personas para que se niegue la renovación de la licencia. Por su parte, la

s organizaciones de agricultores alertan que ante una prohibición de uso no cuentan con un sustituto con igual relación costo-beneficio, por lo que quedarían en desventaja frente a agricultores de países ajenos a la Unión Europea.


Sin embargo, la controversia excede el uso en la agricultura y avanza sobre el uso urbano del producto en plazas, caminos, ferrocarriles y parques de las ciudades.

Los representantes de la Unión Europea (UE-28) votaron positivamente a favor de la renovación de la licencia en la reunión del pasado 8 de noviembre, pero no alcanzaron la mayoría especial de 55% de los países miembros y el 65% de la población europea.


El resultado de la batalla final por el futuro del glifosato en Europa se dirime en un clima enrarecido por acusaciones cruzadas sobre la peligrosidad, beneficios y sustento científico que avalan el uso de este producto químico.

Las negociaciones se están acelerando en busca de una solución de compromiso que busque alcanzar otra renovación temporaria como un paso intermedio a una veda total de uso. Sin embargo, este potencial acuerdo no está garantizado y el veredicto europeo tiene final abierto.


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